Ir al contenido principal

Sobre libros excepcionales y el mecanismo del trueque

Hace casi siete años inicié con la compra-venta de libros usados, descatalogados, primeras ediciones y firmados por los autores, sobre todo de literatura iberoamericana. En aquel  tiempo tenía un ejemplar en venta y un interesado se comunicó directamente a mi página para ofrecerme la mitad del precio que yo le había puesto al ejemplar. Las ventas nunca han sido muy fluidas, y era un libro que había comprado barato en la Feria Internacional del Libro, hace como 30 años, así que acepté. Pensé que el posible cliente era de algún Estado del país, pero no, era del extranjero, de Chile y empecé a checar la forma de hacer el envío, pero me di cuenta que el cliente era un librero, así que empecé a seguirlo por Facebook, di con su página y vi publicada una primera edición de Manuel Maples Arce, Poemas interdictos. Me comuniqué con él y le propuse hacer un trueque, libro por libro, envío por envío. Él me enviaría el de Maples Arce y yo, un libro también editado en México, pero de los años 70. Los envíos los realizamos por correo certificado y después de casi dos meses llegaron los paquetes a su destino. Fue la primera vez que hice un trueque. Luego  unos meses más tarde me contactó un cliente argentino y me pidió que le buscara un libro de Ezra Pound, entonces le encargué mucho la poesía completa del poeta Roberto Juarroz.  El argentino me dijo que aún allá no era fácil de conseguirla, en lugar de eso me ofreció la primera Poesía vertical, firmado y dedicado por su autor para la escritora argentina Ana María  Barrenechea, de inmediato le dije que me  interesaba y me dijo que sí podíamos hacer el trueque. Yo enviarle el libro del poeta norteamericano y él aquella primera edición firmada del poeta argentino. Igual los envíos fueron realizados por correos nacionales, tarde pero llegaron cada uno a su destino, así fue el segundo trueque. 

Posteriormente, al librero chileno le volvieron a interesar algunos de mis libros, e hicimos el mismo procedimiento libro por libro, envío por envío, pero como tardaban mucho por correo certificado, lo empezamos a hacer por DHL, los envíos ya tardaban de 4 a 5 días, desde México hasta Chile y de allá hacia acá.  Así me llegaron libros firmados por Huidobro, Pablo Neruda, Nicanor Parra, Enrique Lihn, y otros libros de autores españoles y mexicanos. Luego he realizado otros trueques con un coleccionista  y con un librero de E. U., también con dos  vendedores del DF. De esta manera me han llegado cierta cantidad de libros, entre los que puedo mencionar:  

  1. Poemas. José Lezama Lima. Primera edición, 1972. Editado en París. Con grabados de Guido Llinás. Firmado por los dos autores. Libro de artista.

  2. La rosa separada. Pablo Neruda. París Editions du Dragon, 1972. Con grabados de Zañartu. 99 ejemplares firmados por los dos autores.

  3.  Manifestes. Vicente Huidobro. Primera edición, 1925. Editado en París. Firmado y dedicado por el autor.

  4. La hojarasca. Gabriel García Márquez. Primera edición, 1955. 

5) Procelarias. José María Pino Suárez Primera edición, 1908. Firmado y dedicado por el autor para Francisco I Madero.

6) El café de nadie. Arqueles Vela. Primera edición, 1926. Ediciones Horizonte.  Firmado por su autor para el escritor argentino Ricardo Guiraldes.  

Pero hay un caso específico, un mismo libro lo he conseguido dos veces en trueques. Ese ejemplar  que me llegó de Argentina (la primera edición de la primera poesía vertical de Juarroz) después se lo cambié al librero chileno y posteriormente él me lo volvió a cambiar por otro libro. Así que ese ejemplar ha viajado primero de Argentina a México y luego de México a Chile y finalmente de Chile nuevamente a México. 

Los libros son aves que viajan hasta donde la imaginación llega. 



Ángel Nungaray 

Librería Campo Minado. 

Guadalajara,  Jalisco. México. 

05/02/22

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

El bibliófilo de Balderas

Hace más de una década me lo presentaron como especialista en firmas , un hombre corpulento de cuarenta y tantos años, de pelo cano y vestido con pulcritud, usaba anteojos de alta graduación, se percibía en él cierto halo de erudición, aunque la presentación hecha por parte de un librero no me fue agradable, sentí como si lo tratara igual que a un cuate de la cuadra.  Ese día yo llevé a presumir un ejemplar con la dedicatoria de Juan Rulfo, el bibliófilo de Balderas tomó el ejemplar, no hizo ni un solo gesto, no se inmutó, ahora sé que actuaba de forma profesional, como se dice en el argot libresco, era un coyote , me miró y sin decir una sola palabra asintió y me devolvió el libro, fue la primera vez que lo traté. El  bibliófilo de Balderas  es un librero especializado en primeras ediciones de literatura mexicana e iberoamericana principalmente, con gusto refinado, tiene predilección por los poetas mexicanos de culto y autores del exilio español, conoce sobre libros de Poesía de C

Los libreros de viejo en la Ciudad de México

Los libreros de viejo en la Ciudad de México distribuyen su material de formas muy diversas.  1. Librerías de ocasión. La imagen más conocida y más romantizada es la del vendedor que tiene un local fijo, una librería con anaqueles llenos de impresos antiguos en el centro de la urbe, principalmente en la calle de Donceles, estos espacios surgieron debido a la demanda de los estudiantes cuando las aulas de la Universidad Nacional se localizaban en las mismas calles, algunas se mantienen en pie a pesar de la gentrificación de la zona, pero actualmente también se ubican en el sur de la ciudad y en la colonia Roma principalmente, aunque existen algunas dispersas en otras demarcaciones de la capital. Estos puntos de venta exhiben su material de forma temática la mayoría de ellas, esperan a que los clientes los visiten y eventualmente se comunican con ellos cuando les llegan los títulos solicitados, se les conoce como librerías de ocasión o de viejo. Pueden ser atendidas por el dueño, pero mu

Adicto a los libros

Perdí a mi familia y también mi casa, pero conservo los libros. Protejo cuarenta y tres mil tomos en un departamento y dos bodegas rentadas, odio tenerlos en cajas, por ello los apilo con el lomo a la vista, a mi disposición, puedo estar frente a ellos por horas, admirando los colores, tipografías y formas que adquieren las decenas de columnas zigzagueantes debido a los distintos tamaños: miniatura, pequeños, mediano chicos, medianos, mediano grandes, cuadrados, formato de arte, monumentales y de figuras extrañas. Mi familia se alejó, simplemente me abandonaron, no soportaban mi adicción; mi ex-esposa decía que hubiera preferido que fuera borracho o mujeriego a acumulador sin remedio. Fui profesor universitario, me despidieron por mejorar calificaciones a cambio de primeras ediciones y ejemplares numerados. No lo entienden, los libros son mi pasión, mi vida. Obvio que los leo, el contenido es lo más importante, pero la textura, el olor, la sensación de tenerlos entre las manos es impos