Todos los días compramos libros, bibliotecas completas, nuestra abastecedora es la gran Ciudad de México, la urbe parece una fuente inagotable. Haciendo cuentas y cerrando cifras nos llegan por día un promedio de 500 ejemplares, lo cual nos arroja 3 mil por semana (descansamos los domingos), alrededor de 150 mil por año. Las principales causas por las que nos ofrecen las bibliotecas es por defunción, el anterior dueño falleció y los libros no son de interés de los herederos; mudanza, casi siempre de carácter urgente; venta del inmueble, deben deshacerse de lo no necesario; remodelación, requieren liberar el área. Una de las razones menos comunes es la necesidad de dinero, pero la más rara es que el dueño en vida decida que sus libros, los que ya leyó, los que ya le sirvieron sigan siendo funcionales y aprovechados por otro lector.
Durante 10 años hemos comprado colecciones de varios tamaños, las más frecuentes de 250 a 300 libros, frecuentemente de una sola temática, adquiridos para la profesión estudiada, enfermería, administración, derecho, ingeniería, etc. También logramos hacernos de bibliotecas de 5 mil ejemplares o más, generalmente de arte, historia o derecho.
Son 10 colonias las más visitadas, todas ubicadas en el mismo hemisferio de la ciudad, pero en realidad acudimos a todas las alcaldías. Un gran porcentaje son casas habitacionales, desde pequeños departamentos hasta lujosos inmuebles, pero también primarias públicas, preparatorias y universidades privadas, hospitales en servicio y abandonados, fábricas, haciendas, conventos de monjas, despachos de arquitectos y abogados, embajada, casas de cultura, consultorios médicos y pequeñas bodegas rentadas.
En alguna ocasión entramos a una casa tan grande que tenía 10 lugares de estacionamiento sólo para el personal de servicio, un pequeño río artificial para peces koi y una escultura de 6 metros de altura dentro de la sala. Otra donde la biblioteca tenía la forma del casco de un barco, paraísos donde tenían libros hasta en el baño y absolutamente todas las paredes tapizadas con libros.
Luego les cuento más.
Sergio Núñez
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