Ir al contenido principal

"La oprimida" y la primera biblioteca que compré.

   Fue algo traumático, nada fácil para mí. A unas cuadras de la librería de viejo donde laboraba, hace unos quince años más o menos, me indicaron que todos los valuadores que acudían a domicilio estaban ocupados y que debía ir a ver esa biblioteca, mi primera compra, estaba emocionado y nervioso por la responsabilidad, ya había visto como adquirían las colecciones en la librería, pero mi experiencia en domicilio era nula, sólo veía como llegaban con las camionetas cargadas de libros y con anécdotas de la transacción, lo pesado que estuvo y en ocasiones la explicación de como las realizaban.
Acepte acudir al domicilio, en realidad no tenía de otra, caminé unos trescientos metros, toqué el timbre, pasé y me recibieron dos ancianas, eran hermanas, la dueña de la biblioteca, claramente buena persona, dulce, lectora, pero frágil en varios sentidos, desde ahora la llamaré simplemente la oprimida, a su lado la vieja opresora, dominante y de carácter fuerte, me invitaron a ver la biblioteca, sólo pasé con la oprimida.
En cada biblioteca que uno visita puede percibir como es la persona, si sólo es coleccionista o lector, qué temas domina, a qué se dedica, cuándo adquirió los libros, en pocas palabras, uno entiende la vida de la persona en su colección de libros, cualquier detalle es importante, el acomodo, el polvo y los adornos son esenciales para ello.
Observé un librero de dos metros de alto por un metro cincuenta de ancho, de madera y de color blanco, lleno completamente de novelas, no había más, tal vez un diccionario por ahí perdido, los ejemplares estaban en muy buenas condiciones; los clásicos rusos, literatura del boom latinoamericano, novela rosa y policiaca, premios Nobel y varias obras completas. 
Calculé el número de libros, eran quinientos aproximadamente, valoré la posibilidad de venta y sobretodo que no me fueran a regañar o despedir por pagar demasiado por el conjunto, estaban acostumbrados a ofrecer bastante poco por las bibliotecas, algo en lo que no estaba de acuerdo, pero así era la chamba. Pensé ofrecer poco para no arriesgarme, si aceptaban lo verían bien mis jefes, de no hacerlo, simplemente se perdería una compra más.
Al terminar mi revisión nos reunimos con la hermana dominante, frente a ambas hice la oferta, al escucharla la oprimida soltó el llanto - ¿cómo podía ofrecerle tan poco por la biblioteca de su vida?
Me sentí realmente mal, pero era mi trabajo y quería conservarlo, después de unos eternos segundos incómodos y la dueña sufriendo, la dominante determinó que aceptaba, le indicó a su hermana que se callara, que por la basura que tenía estaba bien, además debían mudarse y no iban a cargar con cosas inservibles. Impactado por la escena salí por ayuda y por el pago, en blanco tengo el cómo llegué a la librería por el dinero, cajas y un diablito, nadie me ayudó.
Al regresar a la casa, la hermana dominante ya había encerrado a la oprimida en una de las habitaciones, sólo escuchaba sus sollozos mientras recogía los libros, al hacerlo me dí cuenta que en realidad era mayor la cantidad, pues eran dos filas, lo que no había notado, mostrándome cobarde no lo mencioné, regresé por otro viaje y me despedí de ambas señoras, lo peor de todo es que la oprimida me dio las gracias.
Conservé el empleo, aunque no recibí las gracias, mucho menos un reconocimiento. Es una de tantas ocasiones en que me he sentido miserable. Cualquier ofensa, en los comentarios por favor. 







Comentarios

  1. Que situación más triste debía estar pasando la pobre oprimida pero seguro que hoy alguien le ha entregado diez veces más en literatura

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

El bibliófilo de Balderas

Hace más de una década me lo presentaron como especialista en firmas , un hombre corpulento de cuarenta y tantos años, de pelo cano y vestido con pulcritud, usaba anteojos de alta graduación, se percibía en él cierto halo de erudición, aunque la presentación hecha por parte de un librero no me fue agradable, sentí como si lo tratara igual que a un cuate de la cuadra.  Ese día yo llevé a presumir un ejemplar con la dedicatoria de Juan Rulfo, el bibliófilo de Balderas tomó el ejemplar, no hizo ni un solo gesto, no se inmutó, ahora sé que actuaba de forma profesional, como se dice en el argot libresco, era un coyote , me miró y sin decir una sola palabra asintió y me devolvió el libro, fue la primera vez que lo traté. El  bibliófilo de Balderas  es un librero especializado en primeras ediciones de literatura mexicana e iberoamericana principalmente, con gusto refinado, tiene predilección por los poetas mexicanos de culto y autores del exilio español, conoce sobre libros de Poesía de C

Los libreros de viejo en la Ciudad de México

Los libreros de viejo en la Ciudad de México distribuyen su material de formas muy diversas.  1. Librerías de ocasión. La imagen más conocida y más romantizada es la del vendedor que tiene un local fijo, una librería con anaqueles llenos de impresos antiguos en el centro de la urbe, principalmente en la calle de Donceles, estos espacios surgieron debido a la demanda de los estudiantes cuando las aulas de la Universidad Nacional se localizaban en las mismas calles, algunas se mantienen en pie a pesar de la gentrificación de la zona, pero actualmente también se ubican en el sur de la ciudad y en la colonia Roma principalmente, aunque existen algunas dispersas en otras demarcaciones de la capital. Estos puntos de venta exhiben su material de forma temática la mayoría de ellas, esperan a que los clientes los visiten y eventualmente se comunican con ellos cuando les llegan los títulos solicitados, se les conoce como librerías de ocasión o de viejo. Pueden ser atendidas por el dueño, pero mu

Adicto a los libros

Perdí a mi familia y también mi casa, pero conservo los libros. Protejo cuarenta y tres mil tomos en un departamento y dos bodegas rentadas, odio tenerlos en cajas, por ello los apilo con el lomo a la vista, a mi disposición, puedo estar frente a ellos por horas, admirando los colores, tipografías y formas que adquieren las decenas de columnas zigzagueantes debido a los distintos tamaños: miniatura, pequeños, mediano chicos, medianos, mediano grandes, cuadrados, formato de arte, monumentales y de figuras extrañas. Mi familia se alejó, simplemente me abandonaron, no soportaban mi adicción; mi ex-esposa decía que hubiera preferido que fuera borracho o mujeriego a acumulador sin remedio. Fui profesor universitario, me despidieron por mejorar calificaciones a cambio de primeras ediciones y ejemplares numerados. No lo entienden, los libros son mi pasión, mi vida. Obvio que los leo, el contenido es lo más importante, pero la textura, el olor, la sensación de tenerlos entre las manos es impos