En el momento en qué un letrero de llamativo color ofrecía un empleo como ayudante, acepto que me escandalice un poco, esas librerías de la calle Donceles son algo lúgubres y para ser sincera no era de los clientes que se maravillan tanto del lugar que mejor se buscan empleo ahí.
Yo solo buscaba trabajo, era una joven madre, idealista y en lo que creí un matrimonio moderno; los dos salen a conseguir el sustento porque así funciona la equidad.
Pregunté en que consistía y me dijeron -si te interesa puedes hacer un examen ahora mismo y mejor porque hago cierre de todas las solicitudes de esa semana- ...
Recuerdo bien que me mandaron a buscar "los de abajo"," el príncipe " de Maquiavelo y un Baldor.
También había que alfabetizar una pequeña área.
Aunque creo que el peso mayor lo tenía la entrevista. Hablé sinceramente; no he trabajado en muchos lugares, en una librería quiero trabajar porque es una forma de tener un empleo pero seguir aprendiendo ¿ cargar cajas? Sí, si las aguanto no tengo problema, ¿Los clientes? ....
En este punto haré un alto; justo en ese momento mi aplicadora se fue a atender -ese libro no lo tengo, no conseguimos libros, es una librería de ocasión nos atenemos al material que llega al día- A veces suelo notar que sobretodo los compañeros que tienen un trato más directo y prolongado con las personas, van adquiriendo actitudes, gestos y voltear los ojos es el gesto más repetido para los consultantes. Quizá fue uno de los momentos decisivos para mí estilo de atención, en ese momento pensé que a nadie le gusta que le volteen los ojos. Yo no me siento a gusto cuando recibo ese trato - un día me "espine" con unas calabazas y exclamè como lo hubiera hecho cualquier mortal que recibe un pinchazo en el dedo, aunque sea por una calabaza. Busqué sororidad porque era una vendedora y lo que recibí fue que me volteara los ojos
Y es muy frustrante irte de un lugar con un dedo pinchado, una mala actitud y además haber tenido que pagar por ello.
...
No he dicho que obtuve el trabajo.
Me mandaron a la hermosa librería " La torre de viejo" , no la conocía y como me ocurre en esos lugares entrañables en dónde he trabajado (desde entonces solo acostumbro trabajar en librerías) la envolví en la primer mirada de reconocimiento y me prendí para siempre de su obscuro pero bello aspecto al admirar los pequeños libros que se acomodaban en la parte frontal de la librería. ¿ Saben? Contar esos ejemplares era protocolario casi como santiguarse en la iglesia, lo hicimos por largos años. ¡Esa en realidad fue mi primer tarea llegando a la Torre!
Además tengo qué agregar que estuve conviviendo al rededor de siete años con compañeros gentiles y profesionales que entre miles de libros, con una organización, memoria y respeto me ayudaron a aprender a ser guardiana de libros, clasificar, camuflar en pilas pero sobre todo a convencer por qué sabes que el libro no está, usando educación, diplomacia y sugiriendo alternativas.
Sinceramente voltear los ojos nunca fue alternativa para esa generación.
Tina libro viejo
Tina libro viejo
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