Siempre he sentido un gran gusto por visitar tianguis, ventas de garage, bazares, librerías de segunda mano y mercados de pulgas. Aparte de libros, soy un consumado coleccionista de “chácharas”. Me gusta encontrar juguetes, discos, películas e inclusive elementos de decoración para mi casa que después de una concienzuda limpieza, pasa a formar parte de mi vista diaria. Aunque pensándolo bien, quizás el término que me identifica más es el de “lo compraré porque me gustó, y seguramente en un futuro lo usaré” aunque no siempre ha sido el caso, por supuesto. En la Ciudad de México, donde he vivido toda mi vida, los tianguis son un elemento importante de la calle. Hay uno en particular muy cercano a la casa de mi madre, en la delegación Iztapalapa. No muy conocido, ni concurrido, aunque abarca varias calles si lo decides recorrer de principio a fin. Lo que más encontrarás son puestos de fruta y verdura, carnes y lácteos, en donde la mayoría de las personas que lo visitan, jefes
Espacio dedicado al gusto de compartir las experiencias relacionadas con el mundo de las librerías de viejo en México y en el mundo. Anécdotas de lo que ocurre en esos lugares mágicos inundados de polvo culto y aromas atractivos para los bibliómanos y bibliófilos.