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Mostrando entradas de abril, 2020

Sobre Edward Albee y tres libros de Tario

Y r esulta que la roomie se puso creativa, un fenómeno llamado Anahí la inspiró, y decidió que el día de hoy comeríamos enfrijoladas; por fortuna no serán de tofu (no sé qué invento chino sea el tofu, pero después de lo que pasó con los murciélagos no se me antoja saber nada de inventos chinos) (¡Pinches chinos!), así que, me tocó deshebrar el pollo y me siento como si me hubieran mandado a las mazmorras a pelar patatas.        Mientras desmenuzo unas pechugas gigantescas (que más bien parecen pechugas de rinoceronte), una pequeña pregunta se me trepó por el tobillo y continuó ascendiendo por mi regordeta humanidad, hasta que fue a parar a mi oído; después de un rato, la pequeña pregunta emitió un ligero murmullo: ¿y ahora qué chingados vas a escribir para el blog, cabroncito? ¡En la madre!, exclamó el cabroncito, ¿qué chingados voy a escribir?       Justo en esas estaba cuando recordé algo de mayor importancia: se me acabó el desodorante (¡Pinche desodorante!), pero, la roomie e

El bibliófilo de Balderas

Hace más de una década me lo presentaron como especialista en firmas , un hombre corpulento de cuarenta y tantos años, de pelo cano y vestido con pulcritud, usaba anteojos de alta graduación, se percibía en él cierto halo de erudición, aunque la presentación hecha por parte de un librero no me fue agradable, sentí como si lo tratara igual que a un cuate de la cuadra.  Ese día yo llevé a presumir un ejemplar con la dedicatoria de Juan Rulfo, el bibliófilo de Balderas tomó el ejemplar, no hizo ni un solo gesto, no se inmutó, ahora sé que actuaba de forma profesional, como se dice en el argot libresco, era un coyote , me miró y sin decir una sola palabra asintió y me devolvió el libro, fue la primera vez que lo traté. El  bibliófilo de Balderas  es un librero especializado en primeras ediciones de literatura mexicana e iberoamericana principalmente, con gusto refinado, tiene predilección por los poetas mexicanos de culto y autores del exilio español, conoce sobre libros de Poesía de C

Historia de un deicidio

Antes de entrar en materia, les diré que, como mucha gente, llevo más de un mes encerrado; por fortuna vivo con una amiga, creo que si estuviera viviendo solo ya estaría a punto de arrojarme por el balcón.      No sé ustedes, pero, yo tengo un pequeño gran desmadre con los horarios y las horas de sueño. La roomie se despierta más temprano que yo (me parece que sería más correcto decir antes que yo, y no más temprano, eso de levantarse a la 1:30 pm, no me suena a que sea muy temprano), prepara el desayuno y me avisa cuando está listo; con la noche aún agazapada en las entrañas intento ponerme de pie y comienzo a caminar como si lo hiciera a través de un campo minado. Hago malabares para llegar a la cocina y cuando por fin me acerco al comedor, la roomie tiene unos deseos inconmensurables de hablar. Yo, en ese momento no sé si estoy vivo, muerto o en una pesadilla, sólo percibo una tormenta de ideas a la vez y me siento como si estuviera escuchando Juana la Cubana a todo volumen.

El sobrino de WR y los libros de un costal

WR son las iniciales del famoso intelectual de origen asturiano, traductor al español de obras clave en el estudio de la filosofía y el marxismo, profesor emérito de la Universidad de México, pero no es a quien me referiré, esto va en torno a su sobrino. Nos citó para vender una amplia biblioteca, llegué con mi socio al departamento ubicado en la colonia Narvarte, se presentó como el sobrino de WR, aunque la casa perteneció a su tía, tal vez hermana del fallecido erudito español, nos dijo que había heredado el inmueble, los cachivaches y los libros, tenía ese tono con el que en la Ciudad de México nos referimos a los "mirreyes", jóvenes de origen acaudalado, normalmente residentes de La Lomas y Santa Fe, estaba acompañado por una bella chica, tal vez actriz de cine, aunque no la reconocí (a pesar de fijarme en todos los detalles). Nos mostró la biblioteca, sin dejarnos un momento solos, siempre interrumpiendo nuestra labor mostrándonos los que a su consideración eran una

La cuarentena ataca de nuevo

Me encontraba muy ocupado sacándome las pelusas del ombligo y pensando en hurgarme los quesitos de los pies, cuando recibí un mensaje inesperado, que, como diría cierto pendejo (cuyo nombre por ahora no quisiera recordar), me cayó como anillo al dedo. Me explico:      Conozco a un amigo desde hace muchos años, desdenantes que la palabra coronavirus entrara en mi vocabulario, y me enteré que es uno de mis lectores frecuentes (si digo lectores es porque con él ya son dos); quería hacerme una invitación. Me dijo, en su mensaje, que había abierto un blog para narrar sus aventuras en el mundo de la venta de libros usados y mucho le gustaría que me rifara uno que otro artículo que hablara sobre el tema para poder compartirlo y crear una comunidad de lectores, escritores, fanáticos de los libros y de la bibliofilia (en realidad no me dijo todo eso, pero eso fue lo que entendí). Y a mí que casi no me gusta escribir acerca de esos menesteres, accedí de inmediato.       Es curioso, debo con

El padrino

Mi amigo y yo iniciamos la aventura de formar una empresa de libros usados en noviembre del 2011, nuestra primera compra ya asociados fue de cuatrocientos pesos, pagamos mitad y mitad, eran libros técnicos y ese mismo día vendimos todo el lote a un librero del corredor cultural Balderas, así seguimos durante unas semanas, adquiriendo pequeñas bibliotecas, pagando cincuenta por ciento cada quien y ahorrando por si algún día, en un futuro nos caía una biblioteca grande de un coleccionista famoso, esos sueños que uno tiene al iniciar un negocio. Al comenzar diciembre sucedió, muy rápido en nuestro joven proyecto, nos llamaron para ver una biblioteca en Tepepan, justo detrás del reclusorio femenil, barrio lleno de callejones estrechos. El día de la cita pasamos a una privada de diez casas bien resguardadas, todas de tres niveles color naranja con amplio jardín y estacionamiento. El dueño de la biblioteca recientemente había fallecido, nos recibió un señor de unos cincuenta años, que hab

La señora de los gatos

En las andanzas de ir a comprar bibliotecas, recuerdo una en particular, por la zona sur de la Ciudad de México, en un conjunto habitacional de Av. Universidad. Ella vivía en el cuarto piso de la torre L, cuando llegué a la planta baja se percibía ya el olor, ese tufo inconfundible que presagiaba la presencia de gatos, era primavera, medio día y un calor sofocante, comencé a subir  por las escaleras, pues no había elevador, todo estaba sumamente limpio, pero la esencia de los felinos era cada vez más penetrante, conforme subía cada piso el olor se intensificaba a pesar de la pulcritud del lugar, por fin, me presenté frente a la puerta de donde emanaba esa pestilencia, me recibió una empleada de gobierno, una asistente social, me asomé al departamento y del lado izquierdo, recostada en un sillón de madera, la señora de los gatos , una mujer de aproximadamente setenta años que llevaba olvidada de sí misma al menos una década, cabellera blanca, abundante a pesar de la edad, ropa de vario

Sólo los más aptos sobrevivirán

   El mantenerse como vendedor de libros usados en México después de esta pandemia sólo será para los más aptos, como la vida misma lo dicta. He notado que varios de los grupos de redes sociales dedicados a la venta de libros viejos han tenido un alza en sus ventas, les aplaudo. Su éxito radica en estar preparados para los cambios, ojalá varios de los libreros nos adaptemos rápidamente a las nuevas condiciones.  ¿Qué hacen estos administradores para aprovechar las nuevas condiciones de comercio?  Delimitaron el perfil de los libros que ofertan. Publican diario.  Son claros en su información, condiciones del ejemplar y precio siempre a la vista. Tienen una reserva de material para mantener las novedades en sus grupos. Mantienen contacto con sus proveedores principales y pagan a tiempo. Se comunican de forma estrecha con sus clientes, están al pendiente de sus necesidades y responden sus inquietudes sin demora. Los ejemplares que ofrecen están en buenas condiciones. No da

Borges en la Obrera

   La Obrera es una colonia popular de la Ciudad de México, en el corazón de la urbe, limitada por el Eje Central, la Calzada de Tlalpan y el Centro Histórico, ubicación privilegiada, pero desde la época colonial ha sido una zona brava e insegura, es más sencillo hallar a media noche una michelada y acompañarla con una alitas, que leche en polvo para un recién nacido, no se pensaría que podría haber tal cantidad de libros y de la calidad que descubrimos.  Me marcaron para una cita en la Obrera, más de dos mil libros de literatura, parecía inverosímil pero me arriesgué, el domicilio está en la calle de Bolivar, se entra por una fonda, me recibió un señor ya mayor, como de setenta años, pelo cano, pero aún se le notaba la fuerza que debió tener en su juventud, se percibía en sus rasgos cierta dureza, criado seguramente a la vieja usanza; donde el hombre no debe reflejar ningún atisbo de debilidad, jamás llorar, además de ser el proveedor de la familia. Cruzamos la fonda donde prep

"La oprimida" y la primera biblioteca que compré.

   Fue algo traumático, nada fácil para mí. A unas cuadras de la librería de viejo donde laboraba, hace unos quince años más o menos, me indicaron que todos los valuadores que acudían a domicilio estaban ocupados y que debía ir a ver esa biblioteca, mi primera compra, estaba emocionado y nervioso por la responsabilidad, ya había visto como adquirían las colecciones en la librería, pero mi experiencia en domicilio era nula, sólo veía como llegaban con las camionetas cargadas de libros y con anécdotas de la transacción, lo pesado que estuvo y en ocasiones la explicación de como las realizaban. Acepte acudir al domicilio, en realidad no tenía de otra, caminé unos trescientos metros, toqué el timbre, pasé y me recibieron dos ancianas, eran hermanas, la dueña de la biblioteca, claramente buena persona, dulce, lectora, pero frágil en varios sentidos, desde ahora la llamaré simplemente la oprimida , a su lado la vieja opresora, dominante y de carácter fuerte, me invitaron a ver la bibliote

Ser librero de viejo en tiempos del coronavirus.

   Esto ha ido demasiado rápido, a inicios del año comenzaron las noticias de un nuevo virus nacido en China, en febrero llegó a México y se ha propagado en todo el país, hoy primero de abril ya van casi mil cuatrocientos casos confirmados y treinta y siete defunciones, hace un par de días declararon emergencia sanitaria.  Trabajo en una empresa dedicada a la compra-venta de libros viejos, con una plantilla de veintiséis personas; valuadores, curadores, mercadólogos, bodegueros, choferes, capturistas, vendedores, diseñadores, ayudantes generales y personal de limpieza. Laboramos adquiriendo un promedio de mil doscientos libros por día, los cuales se seleccionan en una bodega por el poniente de la ciudad, de ahí se distribuyen a dos librerías, una en la capital del país y otra en Pachuca, Hidalgo y también a otra bodega en el Estado de México donde se manejan varias catálogos en línea. Es difícil tomar decisiones en momentos complicados, el gobierno decretó el cierre de negocios