Y r esulta que la roomie se puso creativa, un fenómeno llamado Anahí la inspiró, y decidió que el día de hoy comeríamos enfrijoladas; por fortuna no serán de tofu (no sé qué invento chino sea el tofu, pero después de lo que pasó con los murciélagos no se me antoja saber nada de inventos chinos) (¡Pinches chinos!), así que, me tocó deshebrar el pollo y me siento como si me hubieran mandado a las mazmorras a pelar patatas. Mientras desmenuzo unas pechugas gigantescas (que más bien parecen pechugas de rinoceronte), una pequeña pregunta se me trepó por el tobillo y continuó ascendiendo por mi regordeta humanidad, hasta que fue a parar a mi oído; después de un rato, la pequeña pregunta emitió un ligero murmullo: ¿y ahora qué chingados vas a escribir para el blog, cabroncito? ¡En la madre!, exclamó el cabroncito, ¿qué chingados voy a escribir? Justo en esas estaba cuando recordé algo de mayor importancia: se me acabó el desodorante (¡Pinche desodorante!), pero, la roomie e
Espacio dedicado al gusto de compartir las experiencias relacionadas con el mundo de las librerías de viejo en México y en el mundo. Anécdotas de lo que ocurre en esos lugares mágicos inundados de polvo culto y aromas atractivos para los bibliómanos y bibliófilos.